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Todas las semanas el reporte del mercado cripto
que todo inversor debe leer

El socialismo, el mayor promotor de las criptomonedas

Actualizado: hace 3 días

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América Latina vive un déjà vu: promesas de justicia social que terminan en inflación, escasez y pobreza. Argentina, Bolivia y Venezuela son ejemplos dolorosos de cómo políticas intervencionistas y controles mal diseñados destruyen la confianza en la moneda.


En medio de la debacle, millones encontraron un refugio inesperado: las criptomonedas.

Argentina. Tras años de controles de precios y cepos cambiarios, el peso se pulverizó: 2023 cerró con 211,4% de inflación anual. La reacción social fue pragmática: stablecoins (USDT) y Bitcoin para resguardar valor y operar sin fricciones. Hoy Argentina figura entre los 4 países con mayor adopción cripto de LatAm y top 15 global (2024, Chainalysis). No es moda; es supervivencia.


Bolivia. Tras casi dos décadas de hegemonía del MAS, el país llega a las urnas con inflación interanual ~23%, reservas agotadas y colas por combustible. En junio de 2024 el banco central levantó la prohibición cripto; un año después, las transacciones saltaron >530% (46,5 M a 294 M en 1S25). En Cochabamba y otras ciudades ya se aceptan BTC y stablecoins en comercios y P2P. La gente busca lo que su moneda no da: estabilidad y acceso a divisas digitales.


Colombia expone otra arista de la misma paradoja. Según el Panorama Cripto 1S-2025 de Bitso (reportado por Yahoo/Valora Analitik), las stablecoins concentraron el 43% de las compras cripto en el país (USDC 28%, USDT 15%). Bitcoin fue el 15% de las compras —menos uso transaccional, más ahorro—. En cartera promedio de usuarios: BTC 49%, stablecoins 12%, XRP 10% y ETH 9%. Los pares USDT_COP y USDC_COP lideran el flujo: dólares digitales para cubrirse y mover dinero transfronterizo en un entorno con fricciones para operar divisas desde bancos locales.Nota metodológica: son datos de una plataforma; reflejan el comportamiento de su base de clientes, no del 100% del mercado.


Venezuela. El caso extremo: años de hiperinflación, colapso de PDVSA y escasez crónica expulsaron a millones y dolarizaron de facto la economía. El Petro fue un fracaso y se cerró en enero de 2024, mientras que Bitcoin y stablecoins quedaron como herramientas de remesas y resguardo (≈9% de remesas en cripto en 2023, según reportes).


El patrón es nítido: cuando los gobiernos destruyen la moneda con controles, gasto sin respaldo y manipulación de precios, las familias migran a dinero duro o digital. Las criptomonedas cumplen ese rol: refugio financiero y herramienta de libertad, fuera del alcance de burócratas que jugaron a aprendices de brujo con la vida de la gente.


La ironía es brutal: el socialismo que prometía emancipación empujó a millones hacia la única alternativa que no controlan: el dinero descentralizado.

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